Sobre "El libro del desasosiego"
Archivado en: Cuaderno de lecturas, sobre "El libro del desasosiego", de Fernando Pessoa
El Chiado de noche
Más que desasosiego -al menos entendiendo como tal cierta inquietud próxima al temor- estas páginas deberían titularse El libro de la indolencia. De ahí que sorprenda que Pessoa se refiera a Bernardo Soares, el heterónimo al que se les atribuye, como a él mismo "sin el raciocinio y la afectividad". En cualquier caso, las 476 prosas que lo integran -el apéndice, por más pretendidamente poético, más tendente a lo amoroso, me ha parecido inferior- constituyen uno de los textos más elevados y de más hondura existencial que he tenido oportunidad de leer. Si bien, en 1987, cuando lo acometí por primera vez, aún no tenía la madurez necesaria para ello. De ahí que entonces me echara para atrás su densidad y su complejidad.
A través de la experiencia de Pessoa en el Chiado lisboeta -las miserias de sus compañeros de oficina, de los camareros que le atienden en los cafés y restaurantes, de sus vecinos- se traza un recorrido universal en todos los sentidos. Así, se nos descubre que aquello de que "navegar es preciso, vivir no", que Manolo Marinero, entre las citas de sus Poemas de cine, atribuía a un clásico, es una cita de los argonautas (pág. 32). Pero también, y con una exactitud meridiana, viene el autor a aludir a esa tristeza que me invadió de niño al observar cómo un hombre perdía el autobús en la Puerta del Ángel o aquél otro al que pillaban una pierna las puertas del metro. "Sentí en él la ternura que se siente por la común vulgaridad humana", escribe Pessoa en la pág. 61.
No obstante su casticismo -el Chiado, la rúa Douradores-, el desasosiego de hecho podría ser la saudade, esas inigualables dotes de observador hacen que Pessoa sea a la vez universal. La gran cantidad de notas que han jalonado mi lectura son la mejor prueba de la gran cantidad de sugerencias que la han guiado.
Lectura que por otro lado requiere todo un sistema de paréntesis, corchetes, barras y puntos suspensivos. Son los códigos utilizados por los editores y Ángel Crespo, su brillante traductor español, porque el estado en que el autor dejó el manuscrito cuando le sorprendió la muerte presentaba mucha dificultad para su lectura. Tal vez fuera esa la causa de que hubieran de pasar casi cincuenta años, los que se fueron entre 1935 y 1982, colocando a Pessoa en la cima de la literatura europea, antes de que su primera edición fuera acometida.
Publicado el 15 de mayo de 2010 a las 12:15.